De acuerdo con un estudio publicado por la Dra. Natalie Emmons, del equipo de la Universidad de Boston, la tendencia de la mente humana para concebir la vida eterna es sin distinción de raza, religión o cultura. Este “patrón cognitivo universal” se puede detectar desde la infancia, aunque en ocasiones puede cambiar después con la edad adulta.
Emmons, examinó la formación del raciocinio de los niños en diferentes etapas de desarrollo. “Sé que la mente es un producto de mi cerebro, pero queríamos ver esto como algo independiente del cuerpo físico”, explica el investigador. “Tendemos a creer en algún tipo de existencia antes de la encarnación material que emerge naturalmente temprano en el inicio de la vida”, reitera.
Aunque con mayor frecuencia estos sentimientos se atribuyen a las enseñanzas de las creencias religiosas, ya sea bajo el nombre de “alma” u otros conceptos similares, la comprensión de lo que constituye una vida antes del nacimiento físico y después de la muerte no es un fenómeno meramente cultural, dice el estudio.
El personal de la Dra. Emmons, se centró en el concepto de la vida antes de la conciencia, algo que no hizo hincapié en la religión. En total, 283 niños fueron entrevistados en dos culturas distintas.
Separados en cuatro grupos secuenciales de edad (niños de 5 a 6 años, de 7 a 8, 9 a 10 y de 11 a 12), examinaron los cambios en el desarrollo de su raciocinio.
El primer grupo de niños era la tribu indígena Shuar que no tenía ningún concepto religioso de “pre-vida”. En el segundo grupo estaban personas criadas apenas en un entorno urbano y de familias católicas romanas.
El estudio fue publicado en la revista Child Development que encaja en un creciente grupo de trabajo que examina las raíces cognitivas de la religión. “Este trabajo muestra que es posible para la ciencia estudiar las creencias religiosas”, celebra la investigadora Deborah Kelemen, quien también fue parte de la investigación.
La noción de pre – vida se percibe cuando a los niños les mostraban dibujos de una joven mujer embarazada y luego la misma mujer con un bebé. El equipo de Emmons, registró cómo los niños reflejaban que la vida había comenzado y la separación entre la existencia y un cuerpo biológico visible.
A pesar de la gran diferencia entre los grupos, los investigadores encontraron que ambos dieron respuestas similares. Los niños parecían tener conceptos innatos de lo que llamamos “alma” y su eternidad.
Los resultados presentados en el estudio fueron:
* La creencia de que el alma (o esencia) es eterna surge en la infancia.
* Los seres humanos a menudo piensan que una parte de nosotros es inmortal y no es nuestra capacidad de razonar, pero nuestros deseos y emociones nos dicen lo que somos y sentimos.
* En el estudio, las influencias culturales no tuvieron influencia clara sobre las creencias de los niños acerca de la inmortalidad.
* Los niños que participaron en el estudio consideraron que no existían sus cuerpos antes del nacimiento y, por tanto, no podían pensar o recordar. Al mismo tiempo, dijeron que sus emociones y deseos existían antes de salir del vientre materno.
* La capacidad humana para creer en la inmortalidad es un producto de nuestro raciocinio social, pero se percibió la existencia como suma de los estados mentales (deseos y emociones), no sólo cuando estamos en un cuerpo.
* La idea del alma de que pude sobrevivir fuera del cuerpo es natural y está profundamente arraigado en nosotros desde la infancia.
Emmons, examinó la formación del raciocinio de los niños en diferentes etapas de desarrollo. “Sé que la mente es un producto de mi cerebro, pero queríamos ver esto como algo independiente del cuerpo físico”, explica el investigador. “Tendemos a creer en algún tipo de existencia antes de la encarnación material que emerge naturalmente temprano en el inicio de la vida”, reitera.
Aunque con mayor frecuencia estos sentimientos se atribuyen a las enseñanzas de las creencias religiosas, ya sea bajo el nombre de “alma” u otros conceptos similares, la comprensión de lo que constituye una vida antes del nacimiento físico y después de la muerte no es un fenómeno meramente cultural, dice el estudio.
El personal de la Dra. Emmons, se centró en el concepto de la vida antes de la conciencia, algo que no hizo hincapié en la religión. En total, 283 niños fueron entrevistados en dos culturas distintas.
Separados en cuatro grupos secuenciales de edad (niños de 5 a 6 años, de 7 a 8, 9 a 10 y de 11 a 12), examinaron los cambios en el desarrollo de su raciocinio.
El primer grupo de niños era la tribu indígena Shuar que no tenía ningún concepto religioso de “pre-vida”. En el segundo grupo estaban personas criadas apenas en un entorno urbano y de familias católicas romanas.
El estudio fue publicado en la revista Child Development que encaja en un creciente grupo de trabajo que examina las raíces cognitivas de la religión. “Este trabajo muestra que es posible para la ciencia estudiar las creencias religiosas”, celebra la investigadora Deborah Kelemen, quien también fue parte de la investigación.
La noción de pre – vida se percibe cuando a los niños les mostraban dibujos de una joven mujer embarazada y luego la misma mujer con un bebé. El equipo de Emmons, registró cómo los niños reflejaban que la vida había comenzado y la separación entre la existencia y un cuerpo biológico visible.
A pesar de la gran diferencia entre los grupos, los investigadores encontraron que ambos dieron respuestas similares. Los niños parecían tener conceptos innatos de lo que llamamos “alma” y su eternidad.
Los resultados presentados en el estudio fueron:
* La creencia de que el alma (o esencia) es eterna surge en la infancia.
* Los seres humanos a menudo piensan que una parte de nosotros es inmortal y no es nuestra capacidad de razonar, pero nuestros deseos y emociones nos dicen lo que somos y sentimos.
* En el estudio, las influencias culturales no tuvieron influencia clara sobre las creencias de los niños acerca de la inmortalidad.
* Los niños que participaron en el estudio consideraron que no existían sus cuerpos antes del nacimiento y, por tanto, no podían pensar o recordar. Al mismo tiempo, dijeron que sus emociones y deseos existían antes de salir del vientre materno.
* La capacidad humana para creer en la inmortalidad es un producto de nuestro raciocinio social, pero se percibió la existencia como suma de los estados mentales (deseos y emociones), no sólo cuando estamos en un cuerpo.
* La idea del alma de que pude sobrevivir fuera del cuerpo es natural y está profundamente arraigado en nosotros desde la infancia.